jueves, 28 de febrero de 2013

28/2/13 (2)


28/1/13 (2)

Más conversaciones, más reflexiones. Diálogos profundos que te hacen darte cuenta de muchas, muchas cosas.
Una de esas reflexiones es que pasamos la mayor parte del tiempo recordando escenas del pasado, nuestro pasado. Y tratamos de imaginar qué habría pasado si hubiésemos actuado de otro modo. Si hubiésemos dicho otras palabras. ¿Seriamos otra persona distinta? ¿Seriamos más felices? ¿Preferiríamos nuestro “yo” del presente alternativo a nuestro yo real? En esas situaciones suele haber un factor común, arrepentirse de la decisión tomada. Aunque no solo nuestras decisiones, también las de los demás. Esos momentos son importantes para nosotros. Dicen quienes somos hoy. Nuestros actos y decisiones nos definen. Deberíamos reflexionar sobre si tu otro yo sería mejor que el auténtico. Si realmente te sientes a gusto contigo mismo aceptaras las malas decisiones, los errores. Porque si no las hubiésemos tomado, si no nos hubiésemos equivocado, no seríamos nosotros mismos. Seriamos otras personas diferentes. Y digo aceptarlo, no alegrarnos, aunque claramente se puede dar el caso. Me viene a la mente el ejemplo de que una chica o un chico te rechace, te dolerá claro, es evidente, pero te alegras de que hubiese pasado cuando conoces a otra u otro que le da mil vueltas y no te rechaza.
Otra sobre la que me gustaría escribir es sobre la libertad. Comencemos haciéndonos algunas preguntas. ¿Nos sentimos libres? ¿Podrías decidir espontáneamente irte a otro lugar dejando todo atrás? En la mayoría de las situaciones, o más bien de elecciones, nos sentimos libres porque podemos elegir la opción que queramos. Aunque no implica que las opciones que te den te gusten o te agraden. Y respecto con la otra pregunta, me vienen a la mente otras que derivan de ella como: ¿seré capaz de dejar atrás las personas que conozco, seré capaz de abandonar el instituto o el trabajo, seré capaz de librarme de una hipoteca o algo así? Si te surge un no algo falla, ¿verdad? Estamos atados siempre a algo. Ah y no olvidemos el dinero, ¿dónde podríamos ir sin él? ¿Cómo sobreviviríamos sin él? En estos días no creo que encontremos a mucha gente que, desinteresadamente, nos diese algo que comer, o alojamiento gratis. Cuando te das cuenta de esto, realmente no te sientes libre. No es más que una falsa ilusión. Una sobra. Un espejismo que nos da una cierta esperanza, que nos hace sentir mejor, hasta que somos conscientes de la realidad. También hay una serie de normas, leyes o acuerdos que prohíben que hagamos determinadas cosas, aunque no atenten contra las libertades de otras personas. No sé, por ejemplo, si el alcohol y la marihuana son drogas, ¿por qué el alcohol es legal? En mi opinión pueden ser igual de peligrosas, el alcohol puede que incluso más. O, estás en una carretera desierta, recta y con perfecta visibilidad, si conduces por el carril contrario y te pilla la policía, por supuesto que tendrás problemas. Y no había nadie a quien perjudicar. No somos libres. Si emprendemos una acción por como las anteriores citadas, tendremos que asumir las consecuencias. ¿Quieres dejar de ir al instituto? Pues acepta que la consecuencia será que te suspenderán. Ah y te pondrán esas típicas faltas de asistencia. No puedes hacer lo que quieras. También a la hora de actuar tenemos en cuenta la opinión de los demás. Solemos buscar la aceptación de los demás. Por ejemplo, ¿Cuánta gente ves por ahí que vista como realmente quiera? Muy poca. Yo por ejemplo, siempre visto de negro, con una camiseta de algún grupo que me gusta, unas botas, pulseras con pinchos, una chaqueta de cuero y muchas veces gafas de sol. Si, aunque no haga sol, aunque este en un sitio cerrado las suelo llevar. ¿Hay algún problema en que lo haga? Además, son graduadas, por lo que si quiero, puedo llevarlas en todo momento.
Bueno, espero que, como siempre, os dé que pensar. Que reflexionéis vosotros también. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario