lunes, 25 de febrero de 2013

25/2/13


25/2/13

Esta vez me gustaría escribir algunas reflexiones que he ido haciendo mientras hablaba con diversa gente.
 Empezaré hablando, o más bien escribiendo, sobre algo que se ha puesto de moda. El ya famosísimo y popular juego para móviles llamado Pou. Llámenme loco, pero, ¿no les recuerda a un aparato que todo el mundo ha tenido? Un aparatito que se puso de moda cuando era más pequeño. Yo también tuve uno. Si, me refiero a los Tamagochi. ¿Acaso no es más que una versión para móvil? Se ha vuelto tan popular que resulta extraño encontrar un móvil, de estos tan modernos que usamos para todo menos para llamar, que no tenga instalada esta aplicación. Hace unos días, en clase, escuché comentarios sobre las mascotitas de los compañeros. Por ejemplo que una de ellas tenía el “bicho” muerto de hambre y estaba preocupada por si se le “moría”. Vamos a ver, chicas y chicos, ¿Cómo cojones va a morir algo que nunca ha tenido vida? ¿Y tanto os preocupa darle de comer? Por favor, en la puta calle hay gente muriendo de hambre y cuando pasáis por delante de ellos y ellas ni les miráis a la cara. ¿Cómo puede alguien preocuparse más de alimentar algo sin vida que de alguien que si la tiene? Al menos aún. ¿Nunca habéis pensado lo que supone no tener hogar, no tener nada que llevarse a la boca, no tener a nadie que se preocupe por ellos? Pararos y pensad sobre ello. Daros cuenta de lo que hacéis o no hacéis. Duele imaginar lo que deben de sentir.
También, en mi clase, siempre se pueden escuchar comentarios machistas. ¿Cómo no? La última vez que pasó, estábamos en clase de filosofía. Y causó cierto debate entre nosotros. A mí me encantan estos debates improvisados, más que nada, porque me da la oportunidad de reflexionar y pensar un argumento que sirva para desarmar a la otra opinión. En esta ocasión el profesor interrumpió con un ejemplo que me dio que pensar. Era el siguiente: si todos los hombres del mundo desapareciesen del mundo, no pasaría nada, la especie podría continuar. Mi compañero no lo entendió y empezó a hacer preguntas sobre el argumento. Mientras tanto, yo pensaba en ello y cuando, en mi cabeza, formulé una explicación que me pareció perfecta, se la solté. Si todos los hombres del mundo desapareciesen ahora mismo, no pasaría nada, las mujeres no tendrían más que acudir a los bancos de esperma e inseminarse, porque eso ya está ahí ahora mismo, entonces a los 9 meses nacerían niños y niñas porque el que los hombres desapareciesen en ese momento no implica que no puedan nacer más. Al cabo de unos, pongamos, 18 años, ya habría de nuevo hombres en la edad de procrear y la especie podría seguir como si nada hubiese pasado. Al acabar con mi explicación el profesor me dio la razón, pero mi compañero seguía sin entenderlo, o según me parece entender, no quería entenderlo. A pesar de ello, me gusta discutir con el sobre ciertos temas. Dice que no cambiará su opinión… Pero la verdad es que me parece bien, si todos pensásemos igual, ¿con quién discutiríamos?
De momento eso ha sido todo lo que se me ha ocurrido para dejar escrito. Espero volver con más reflexiones pronto.

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