28/12/13 - 29/12/13
Viaje
a Burgos.
Al llegar a la estación Ruth y
su madre ya me estaban esperando en la estación. En el bus nos hicimos decenas
de fotos. Comimos un montón de gominolas y algo de queso. el viaje se nos hacía
muy largo. Ruth intento dormir, pero yo estaba hablador y no la dejaba. En una
paradita me dieron el almuerzo: media baguette con tortilla de patatas. Estaba
riquísimo pero no pude acabarlo todo, no me entraba. Por fin, sobre las 5 creo
recordar, llegamos a Burgos. Hacía tanto frío que te dolían las orejas. Ruth no
se aclaraba con el mapa y dimos unas vueltas de más. Por fin llegamos al hotel.
Oh, allí hacía casi demasiado calor, pero a ninguno se nos ocurrio regular la
temperatura de la habitación con el termostato que allí había. Ruth se fue a
dar una ducha y yo… Pues a probar la cama, ¿como no? Me quedé tostadisimo
viendo la tele. Cuando salí de mi estado de ensoñación me di cuenta de que la
peliazul ya estaba en su cama. Las nuestras estaban pegadas. Cuando se acercaba
la hora de cenar bajamos al bar del hotel a preguntar por algún sitio al que ir
a cenar. Al bajar fue muy extraño. Cuando nos entramos vimos en la barra a un
grupo de melenudos de cierta edad ya y
cuando nos acercamos nos fijamos en que había dos que nos resultaban…
“Conocidos”. Tanto que íbamos a verlos tocar unas horas más tarde. Cuando nos
dimos cuenta de la situación, con mucha vergüenza y disimulo nos pusimos a
mirar la carta del bar como si no nos hubiésemos dado cuenta. Salimos del hotel
y miramos por la ventana desde otro ángulo para estar seguros. Si, eran Frank y
Carlitos. Más tarde descubriríamos que había otros dos integrantes: el bajista
nuevo y el violinista que sustituía a Moha. Estabamos flipando. Rapidamente lo
contamos por un grupo de WA. Segundos después salieron y entraron a un coche
negro que había en la calle. Ruth decía que había alguien en el asiento del
conductor, ¿quién sería? Después fuimos a cenar a un bar que encontramos.
Hablamos de muchas cosas que ya ni recuerdo. Al volver al hotel nos cambiamos
de ropa y nos preparamos para ir al concierto. De nuevo no nos aclarábamos con
el mapa así que recurrí al GPS del teléfono. Cuando llegamos a la sala había
una cola impresionante. Casi antes de entrar dije: parece mentira que una vez
hayamos sido los últimos de la cola. Nos verificaron la entrada y nos pusieron
un sello en la mano. Como habíamos comprado entradas vips fuimos a la zona que
teníamos reservada. Oh… Solo nos separaba una fila de chicos, que habían llegado antes, del escenario.
Tenían como intro un fragmento de la película ‘Abierto hasta el amanecer’ que
hablaba, básicamente, sobre tipos de chochos. Pronto entraron en escena ‘Bürdel
King’. Y entonces llegó Txus, con una ropa muy “Glam”. Joder, me ponía hasta a
mi. Tras cantar unas canciones de su disco y dirigir unas cuantas palabras al
público y su buen humor, salieron del escenario. Fue muy brutal y divertido. Nos
tocó esperar bastante hasta que por fin salieron ‘Mägo de Oz’. Fue entonces
cuando supimos quienes eran los otros del hotel. Fue muy triste saber que Moha
se había roto la clavícula jugando al fútbol. Enseguida lo “wasapeamos”.
Saltamos, gritamos, cantamos… Lo dimos todo en el concierto. Zeta me señaló un
par de veces, fue algo inquietante, pero divertido. Y bueno… A Ruth también la
señaló una vez y también le guiñó un ojo, creo recordar. Conseguí atrapar una
púa, aunque no recuerdo quien de ellos la lanzó. Y Ruth… Pues tuvo más suerte y
atrapó otra como la mía y además, la del bajista. Cuando tocaron todas las que
tenían previstas nadie quería que se fuesen, así que todos pedíamos otra… u
otras 10. Y bueno, no se negaron. Al terminar repartieron algunas púas más,
botellas de agua y las baquetas de Txus y, ¿a que no adivináis quién se llevó
una? Ruth. Que suerte tiene. Y que envidia le tengo. Después nos dirigimos a la
zona del “merchan” a gastarnos nuestros ahorros. Compré una camiseta y una
chapa de “Hechizos, pócimas y brujería” y me habría comprado también el disco,
pero no lo tenían, así que compré el “Celtic Land”. La peliazul compró también
ese disco y el de ‘Bürdel King’, el libro biográfico de Txus y le regalaron una
chapa. Pero la cosa no acabó ahí. Comprar el libro te daba derecho a que Txus
te lo firmase en el “backstage”. Allí nos dirigimos emocionados. Yo no lo
compré, pero claro, iba con ella. Al llegar allí nadie de la cola tenía un
permanente, oh espera, yo sí. Por fin nos tocaba. Se había cambiado de ropa. A
Ruth le firmó sus discos, el libro y creo que también la baqueta. Y no
olvidemos dos besos. Luego me firmó mi disco y la entrada. A mi solo me dio la
mano, pero bueno, que se le va a hacer. Tras preguntarnos que qué tal lo
habíamos pasado en el concierto y poco más nos hicimos una foto. Nos despedimos
de él, esperamos a que me devolviesen el permanente y nos fuimos a presumir.
Volvimos al hotel, pero, ¡la noche no podía terminar ahí! Así que buscamos en
el GPS bares en los que pusiesen heavy metal y encontramos dos. Eran brutales y
estaban muy cerca el uno del otro. En el primero había hidromiel, podríamos
haberla probado. En el segundo todo el techo y partes de las paredes estaban
cubiertas de posters de grupos. Nos encantaron. Espero que volvamos a ellos
algún día. Serían ya las 4 o las 5 de la mañana cuando volvimos al hotel. Solo
nos faltó volvernos a encontrar con alguno en algún bar u otra vez en el hotel.
Bueno, nos pusimos los pijamas, nos dimos las buenas noches y caímos rendidos.
A la mañana siguiente nos despertamos sobre las 11:30. Nos vestimos, recogimos
todo y salimos del hotel. Como hasta las 5 no salía el bus dejamos la maleta en
una taquilla de la estación y fuimos a dar una vuelta. Había mucha gente por la
calle. Nos hicimos más fotos, entramos a muchas tiendas y lo pasamos bastante
bien por allí. Para comer fuimos a un kebab. Nos llenamos todo lo que el
estómago nos permitió y más. Continuamos con algunas tiendas cercanas a la
estación y tras hacer una paradita en los servicios y recoger la maleta,
subimos al bus. Hablamos un poquito más y en la tele pusieron la película 'Frankenweenie'. Obviamente la vimos. Al terminar, como aún faltaban horas para
llegar, nos echamos una siestecita. Al llegar subimos a mi casa para tomar un café.
Al final creo que solo se lo tomó la madre de la peliazul. Nosotros, como de
costumbre, nos echamos en la cama. Bueno, esta ocasión estábamos más cansados que
otras veces. Cuando ya se iban las acompañé al coche y nos despedimos.
Volviendo a casa me asaltaban un montón de recuerdos, uno en especial. Las
palabras que Txus había escrito en mi entrada: ¡¡Stay Oz!!
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